jueves, 12 de septiembre de 2013

UNA HOSPEDERÍA EN MIRANDA DO DOURO (PORTUGAL)

La población portuguesa de Miranda do Douro merece una pausada visita por muchos y diferentes motivos.

El topónimo nos da una pista certera sobre su fisonomía: "Miranda: (del latín miranda, pl. n. de mirandus, digno de admiración).1. f. Paraje alto desde el cual se descubre gran extensión de terreno" y "Douro, nombre luso del río Duero". Es decir, que Miranda do Douro vendría a ser algo así como "alto mirador del Duero".

Posiblemente, la localidad fue en su día un núcleo precelta y el pequeño museo que alberga (con más piezas etnográficas que arqueológicas) nos habla de innegables presencias vettonas y romanas, más una fuerte influencia medieval y de épocas posteriores.

Cuentan en Miranda do Douro que en ella había una posada (hoy destinada a uso particular, remozada) que tenía como sello propio el ofrecer al viajero una copa reconfortante de vino cuando pisaba por vez primera el local y que esto daba buena fama al negocio. Pero los dueños de la hospedería, por si venían mal dadas, tenían otra poderosa arma para atraer a la clientela: cuatro gráficas tallas en granito a modo de publicidad duradera en la fachada del establecimiento... Mi imaginación puede retroceder en el tiempo y permitir verme hecho un guiñapo por las afiladuras de los caminos, la ventisca gélida o el calor asfixiante de las veredas resecas en lo más duro del estío. Y, de repente, como un milagro al que asirse desesperadamente, ¡zas!, las cuatro figuras en el frontal de la posada... Irresistibles...

Poneos en situación, ved las fotografías y decidme si vosotros seríais capaces de no caer en la tentadora oferta. No sé vosotros, pero yo mataría por pasar la noche en esa hospedería, en la hospedería de Miranda do Douro, sí, señor.


Las cuatro tallas en granito



La hoja de parra, el racimo de uvas...



El tonel, lleno de vino...



El viajero, completa, dulcemente, ebrio...



Y, por fin, el viajero, en los brazos de Morfeo, ronca plácidamente,
 con boca, quizá, en forma de barrica de vino,
 entregado a Baco por entero: el paraíso.

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