sábado, 28 de septiembre de 2013

EL CASTRO DE LAS MERCHANAS Y SU "FERRARI" (LUMBRALES, Salamanca)


TERRITORIO VETÓN:

Éste es el logotipo que se eligió para identificar a los castros de
Yecla de Yeltes y al de Las Merchanas (Lumbrales).
Es la reproducción de un guerrero celta
 a caballo y con lanza



ACCCESO A LAS MERCHANAS:
Los vestigios de este poblado vetón se sitúan junto a un meandro del río Camaces, a unos 7 km de la localidad de Lumbrales: 4 km desde éste al primer panel explicativo y otros 3 km de aquí al castro (la mayor parte de estos 3 km se pueden hacer en coche, siguiendo una pista no asfaltada). Alrededor de 800 m hay que hacerlos obligatoriamente a pie: los últimos. Éstas son las distancias "oficiales", pero a mí me sale algún km más. 
Antes de llegar al antiguo asentamiento, existen algunos artilugios que ayudan a comprender mejor el entorno y la vida castreña. 

Actualmente, se pueden ver dos puertas en las murallas, muy interesantes las dos.

Si la visita se realiza caminando desde Lumbrales o desde el gran panel descriptor en tiempo caluroso, es imprescindible llevar agua en abundancia, pues no la encontraremos en la ruta. Personalmente, recomiendo la visita a pie desde el primer panel explicativo y en primavera o en otoño. Asimismo, aconsejo evitar las horas centrales de sol si se quiere apreciar mejor los grabados y/o tomar fotografías del conjunto o de algún detalle.


Vista parcial de uno de los laterales de la primera puerta
 que el visitante se encuentra al alcanzar el castro 


Curva de la otra puerta, situada junto al campo defensivo
 de piedras hincadas, con petroglifos, hoyuelos y verraco
(según mi visión, un jabalí).



MURO ROMANO:
Se conserva aún un muro de factura romana en el interior del perímetro de la muralla. En la zona en que se levanta, se nos dice, se encontraron pedazos de estatua de mármol (¿de algún emperador?) y otros objetos (prospección parcial en los años 50 este siglo).
Hoy, fragmentos de tégula y cerámica de aquella época son fácilmente visibles.
Al igual que en los poblados ya recogidos con anterioridad en este blog, se hace necesaria excavación especializada y sistemática que saque a la luz los restos arqueológicos y arquitectónicos que, casi con total seguridad, depararían agradables y valiosas sorpresas.






EL FERRARI:
En uno de los sillares (muy irregular) de la muralla aparece un petroglifo simétrico que, dicen, se asemeja a un coche de Fórmula I visto desde su cénit, por lo que a alguien se le ocurrió darle el nombre de "El Ferrari".  Bien, anécdotas aparte, y a falta de una lectura certera del grabado, aún así, merece la pena localizarlo y verlo: su ubicación está muy bien señalizada.


Fotografía de parte del panel que señaliza y describe el "Ferrari"


La inscultura conocida como "El Ferrari" sobre la piedra



OTRAS HUELLAS DEJADAS SOBRE LA PIEDRA:
"El Ferrari" no es la única figura que puede verse en el castro de Las Merchanas, antes bien, bastantes más fueron esculpidas. Siluetas muy difíciles de interpretar, aunque parecen atisbarse equinos, otros zoomorfos o antropomorfos, como los que se exponen a continuación:


Petroglifo(s) 1


Petroglifo(s) 2


Petroglifos 3


Petroglifo(s) 4




CONLUSIÓN, Y: ¿HUBO ALGUNA CULTURA ANTERIOR EN EL MISMO SITIO?
El castro de Las Merchanas guarda muchos secretos y, con el paso del tiempo y las pertinentes actuaciones sobre el mismo, irán viendo la luz. Es toda una aventura y un privilego su libre visita. Igualmente, hay que destacar el comportamiento y la actitud, mayoritariamente exquisitos, de las personas que van a descubrirlo.

Recomiendo encarecidamente a los que no conozcan este poblado y tengan previsto acercarse hasta él, que se dejen llevar por su intuición, además de por las informaciones-indicaciones de la señalización. En los aspectos de la Historia y los restos arqueológicos hay que ser y sentirse un poco aventurero. La recompensa -lo prometo- es muy alta, merece la pena.


Molino de mano, partido. Este tipo de mortero fue muy apreciado
durante algunos milenios


Oficialmente, Las Merchanas estuvo habitado desde el siglo II a.C. hasta el siglo V d.C.

En mi excursión a este castro, observé varios vestigios que me hacen considerar seriamente la posibilidad de que este periodo puede remontarse hacia atrás en el tiempo, abarcando, tal vez, Bronce y/o Calcolítico.

La puerta estaría, así, abierta a otras historias ajenas a vetones y romanos. Veamos quién y cuándo pondrá la llave en la cerradura y penetrará en un pasado mucho más remoto. Otro reto más para los especialistas, otro tesoro más a buscar...

Y, mientras tanto, os envío mi deseo de que los dioses celtas y romanos (y, tal vez, anteriores) os sean propicios, dentro y fuera de estos parajes sembrados de belleza externa e interna. ¡Feliz travesía por Las Merchanas



jueves, 12 de septiembre de 2013

UNA HOSPEDERÍA EN MIRANDA DO DOURO (PORTUGAL)

La población portuguesa de Miranda do Douro merece una pausada visita por muchos y diferentes motivos.

El topónimo nos da una pista certera sobre su fisonomía: "Miranda: (del latín miranda, pl. n. de mirandus, digno de admiración).1. f. Paraje alto desde el cual se descubre gran extensión de terreno" y "Douro, nombre luso del río Duero". Es decir, que Miranda do Douro vendría a ser algo así como "alto mirador del Duero".

Posiblemente, la localidad fue en su día un núcleo precelta y el pequeño museo que alberga (con más piezas etnográficas que arqueológicas) nos habla de innegables presencias vettonas y romanas, más una fuerte influencia medieval y de épocas posteriores.

Cuentan en Miranda do Douro que en ella había una posada (hoy destinada a uso particular, remozada) que tenía como sello propio el ofrecer al viajero una copa reconfortante de vino cuando pisaba por vez primera el local y que esto daba buena fama al negocio. Pero los dueños de la hospedería, por si venían mal dadas, tenían otra poderosa arma para atraer a la clientela: cuatro gráficas tallas en granito a modo de publicidad duradera en la fachada del establecimiento... Mi imaginación puede retroceder en el tiempo y permitir verme hecho un guiñapo por las afiladuras de los caminos, la ventisca gélida o el calor asfixiante de las veredas resecas en lo más duro del estío. Y, de repente, como un milagro al que asirse desesperadamente, ¡zas!, las cuatro figuras en el frontal de la posada... Irresistibles...

Poneos en situación, ved las fotografías y decidme si vosotros seríais capaces de no caer en la tentadora oferta. No sé vosotros, pero yo mataría por pasar la noche en esa hospedería, en la hospedería de Miranda do Douro, sí, señor.


Las cuatro tallas en granito



La hoja de parra, el racimo de uvas...



El tonel, lleno de vino...



El viajero, completa, dulcemente, ebrio...



Y, por fin, el viajero, en los brazos de Morfeo, ronca plácidamente,
 con boca, quizá, en forma de barrica de vino,
 entregado a Baco por entero: el paraíso.