Esta construcción, que no debe dejarse en el olvido ni por parte de la Administración ni por parte de los lugareños, puede estar aislada o -también muy frecuentemente sucede así- hallarse asociada a un recinto redondeado y pétreo donde los propietarios cobijaban su ganado (cabras, ovejas...). Además, cerca de estas vetustas estructuras, antaño habitadas y explotadas, es muy posible que se encuentren otras, posiblemente lagares o jaraíces de oliva o vid, frutos muy apreciados desde hace milenios. Los nativos opinan que los "zajurdones" tienen un origen celta.
En el interior del que vi, talladas sobre el granito, fotografié las dos cruces que expongo a continuación. La superior, con protagonista peana; y la inferior, con peana de bulbo. La curiosidad: la base de la peana de la cruz superior cumple dos papeles: ser eso, una base, y, además, el tramo horizontal de la cruz inferior. Dos elementos en uno. Dos cruces muy comunes cuando se encuentran separadas y peculiares si están unidas, como es el caso.
Mientras nos alejábamos de ese "zajurdón" de Rafa, pensaba para mí que algún proyecto institucional de restauración potente y competente debería ponerse en marcha en pos de preservar esta arquitectura tan nuestra y de tan incalculable valor. ¡Pero, ay, corren tiempos difíciles para la lírica! Aunque hace unos años, cuando la economía parecía ir viento en popa, ídem de ídem. Desgraciadamente (y es cosa general) los gobernantes casi nunca encuentran momento para estos menesteres, tan triviales a su, sin duda, equivocado entender.
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